Detrás de las paredes
Que ayer te han levantado
Te ruego que respires todavía…
SUI GENERIS
Que ayer te han levantado
Te ruego que respires todavía…
SUI GENERIS
Acabó el día plagado de ebriedades. Había comenzado con un brandy mezclado con café con leche (un asco) pero tenía que disimular. La pasión y el amor que una vez anidaba en mi corazón se fueron tras tus pasos luego del engaño.
Los golpes de mi padre aún no cesaban, aún no sabía cómo poner fin a ese castigo. Mi madre se ocupaba de sí misma y mis hermanos “no veían nada”
Me quedé sola con la muerte sentada al lado mío mientras tocaba un nocturno tristísimo de Chopin.
Pensé en algunas cosas, quizás en todas las cosas que ya no tenía, en sentimientos que ya no quedaban ni se alojaban en mi alma, en mi mente perturbada, en mi suplicio, en la nada que han dejado tantos espacios vacíos, tantas muertes.
Estaba sola, desamparada, denigrada a un ente autista sin vida propia, sumergida desde los albores del día hasta el surgimiento de la noche en los vahos del alcohol.
Decidí irme, por tercera vez.
El sonido del percutor no me gustaba, así que desistí de ´44: “Hay que irse sin armar barullo y sin ensuciar nada”.
No me gusta el olor de la sangre, así que el corte quedó descartado. Por fin, luego de cavilar, tomé los tranquilizantes y la botella de whisky.
Me dormí, me fui pero me encontraron…
Todo vuelve a comenzar.