Despierta amor mío,
quita las cadenas de tus alas,
vuelve al cielo divino que te espera,
a la libertad del corazón y el alma.
Abre los ojos amor mío,
mira a tu alrededor: ¡ ya no está vacío!
cuenta las hojas de los árboles
los pétalos de rosa, los racimos...
Abre los ojos al mundo que te entrego
y entrégate a la lujuria de los sentimientos,
porque no hay otro modo amado mío
de vivir feliz y de no sentirte solo.
Extiende tus brazos, abre tus manos,
toca todo lo que encuentres, acarícialo,
como si lo que tienes en tus manos fuera
la primera y la última vez que lo sostienes.
Disfruta de la piel, de los aromas,
disfruta las miradas y las voces,
disfruta de las manos que te tocan,
de los labios que te besan dulcemente
y de los corazones que te entregan.
Despierta amado mío,
que la vida no espera,
abandona este letargo ennegrecido
que aprieta la sangre en tus arterias.
Despierta,
que te quiero eternamente a mi lado ...
© Verónica Curutchet
quita las cadenas de tus alas,
vuelve al cielo divino que te espera,
a la libertad del corazón y el alma.
Abre los ojos amor mío,
mira a tu alrededor: ¡ ya no está vacío!
cuenta las hojas de los árboles
los pétalos de rosa, los racimos...
Abre los ojos al mundo que te entrego
y entrégate a la lujuria de los sentimientos,
porque no hay otro modo amado mío
de vivir feliz y de no sentirte solo.
Extiende tus brazos, abre tus manos,
toca todo lo que encuentres, acarícialo,
como si lo que tienes en tus manos fuera
la primera y la última vez que lo sostienes.
Disfruta de la piel, de los aromas,
disfruta las miradas y las voces,
disfruta de las manos que te tocan,
de los labios que te besan dulcemente
y de los corazones que te entregan.
Despierta amado mío,
que la vida no espera,
abandona este letargo ennegrecido
que aprieta la sangre en tus arterias.
Despierta,
que te quiero eternamente a mi lado ...
© Verónica Curutchet