Hace algún tiempo hablaba con una amiga y le comentaba que cuando era pequeña, allá a lo lejos en los años y curzando el charco (en Uruguay, mi país de origen) iba al cementerio a leer los «epitafios». Cosa rara? pues no lo sé, pero alguna que otra vez he guardado alguno en una libreta o he tomado nota en mi memoria.
Hoy en día también hay páginas dedicadas a ellos en internet y a veces, cuando voy a alguna librería con cafetería voy revolviendo estanterías y así voy encontrando cosas, entre esas cosas he encontrado epitafios o alguna frase que se podría usar como tal.
Después de todo, se supone que un epitafio lo elige uno antes de morir, salvo que te agarre la muerte de sopetón entonces te lo ponen (el epitafio, jaja) los que quedan; pero si te toca por suerte llegar a viejo tienes tiempo para pensar qué te gustaría que pusieran en tu lápida.
Si soy morbosa no lo sé, probablemente lo sea. Pero hoy comienzo a compartir los epitafios que voy encontrando por la vida tanto real como virtual.
«Aquí yace bien sepulto Capdevila en este osario.
Fue niño, joven y adulto; pero nunca necesario.
Sus restos deben quemarse para evitar desaciertos.
Murió para presentarse en un concurso de muertos»
Publicado en la revista MARTIN FIERRO