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7 feb 2008

Pequeña Historia de Haikú


La más apreciada forma poética japonesa se compone tradicionalmente de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente. Su origen se remonta al siglo XVI, aunque tuvo como precursor el llamado «renga», una pieza de unos cien versos que encadenaba las composiciones de varios poetas.

En estas obras ya estaban presentes los versos de 5 y 7 líneas, así como la importancia de la estación en el ambiente del poema, que en japonés evita expresamente la rima.

Basho Matsuo (1644-1694) se considera el primer gran maestro de la historia del haiku, que a menudo utilizaba pequeñas bromas y juegos de pala­bras como reacción a las formas poéticas más académicas. El fundador de este arte poético estaba muy influenciado por el pensamiento de Chuang Tse, que rechazaba la artificialidad y el utilitarismo. Sostenía que las cosas aparentemente inútiles son las más valiosas, así como la necesidad de vivir en armo­nía con la naturaleza.

Los haikus de Basho son dramáticos, con grandes cambios en el estado de ánimo que se expresan a través de la naturaleza.

Ya en el siglo XVIII, Buson Yosa (1716-1783), que además de poeta era pintor, llevó el haiku a un grado de refinamiento sin igual. Sus poemas plas­man un escenario luminoso en el que suceden pequeños milagros llenos de significado. Más que dar una descripción realista y superficial, este creador indaga en la esencia de las cosas.

Issa Kobayashi (1762-1826) fue otra de las grandes figuras del haiku. A la edad de trece años se trasladó a Edo el actual Tokio— para trabajar. Fue aquí donde se iniciaría en este arte poético, en el que a menudo utilizaba pala­bras dialectales y conversaciones cotidianas. Sus versos celebran los placeres sencillos de la vida y el amor a la naturaleza.

En el siglo XIX destacó Masaoka Shiki, renovador del haiku y defensor de Buson en detrimento de Basho, con cuya obra se mostraba crítico. Le achacaba falta de pureza poética y un exceso de elementos descriptivos que eran más propios de la prosa.

Un siglo más tarde apareció una nueva escuela llamada Shinkeikoo, que apartó a los nuevos poetas japoneses del rigor de los haikus tradicionales. Los creadores de esta nueva hornada tendían a añadir un cuarto verso al haiku para dotarlo de mayor capacidad explicativa.

Fue justamente a principios del siglo XX cuando el haiku empezó a influir en la lírica occidental. Uno de los primeros en recoger la esencia de este arte fue el poeta inglés B.H. Chamberlain, aunque su filosofía está más presente en los «imaginistas», un grupo de poetas ingleses y americanos que decidieron adaptar y cultivar este tipo de versos.

Entre los nombres más ilustres que empezaron a verter poesías próximas al haiku están Ezra Pound, D.H. Lawrence o James Joyce. En Estados Unidos, uno de los autores que mejor plasmaron este arte fue Jack Kerouac.

Los pioneros del haiku en Francia y Portugal fueron, respectivamente, Couchoud y Camilo Pessanha, aunque el espíritu de los versos breves ha teni­do mucha influencia en poetas posteriores.

En lengua castellana, México es el país que ha contado desde principios del siglo XX con más autores. Destaca especialmente José Juan Tablada, ver­dadero precursor del haiku en la poesía hispánica.

Otras figuras literarias que prestaron atención a este género son el tam­bién mexicano Octavio Paz y Jorge Luis Borges. Por su parte, el uruguayo Mario Benedetti recogió en su Rincón de haikus una deliciosa colección de poemas de marcado acento humorístico.



Del Libro “EL ÁRBOL DE LOS HAIKÚS”
Edición a cargo de ALBERT LIBERMANN
© Editorial Océano

LA CASA VACÍA - E. T. A. HOFFMANN

Theodor comienza a contar a sus amigos una historia, para ellos comienza diferenciando qué es lo llamado «fantástico» y qué es lo llamado «maravilloso» y sacando su diario, donde anotaba todo tipo de cosas incluyendo notas y noticias de sus variados viajes, anécdotas y cualquier historia que llamara la atención de su “visión”.

Pasaba el verano en una ciudad donde tenía muchas y antiguas amistades y la donde la vida era tranquila y relajada y los días pasaban en un letargo casi ensoñador.

En esa ciudad llamaba su atención una pequeña casa de aspecto anticuado, situada entre dos majestuosos edificios de hotel situados en el centro bullicioso de la ciudad; esta casa parecía abandonada, las ventanas del primer piso parecían estar tapiadas y en las puertas y ventanas de la planta baja aparentemente habían levantado un muro de ladrillos para bloquearlas.

A cualquier hora del día la casa parecía estar vacía y se tejían distintas historias sobre ella aunque el pastelero que tenía su negocio cerca le comentó a Theodor que en ella habitaba un hombre que cuidaba la casa.

En sucesivos paseos Theodor comienza a obsesionarse con la casa después de que en una tarde vio en una de las ventanas del primer piso un brazo blanco que mostraba en la mano un brillante reluciente. Era un brazo de mujer.

Esta obsesión comenzó a nublar los sentidos y la razón del hombre al punto de que todos sus pensamientos se centraban en la belleza que él podía ver en una especie de niebla en un espejo aparentemente mágico. Al fin y preocupado, decide ir a ver a un especialista en enfermedades mentales, quien intentó ayudarle quitándole el espejo de mano y ordenándole que retornara a sus tareas y distracciones habituales.

Theodor así lo hizo, al principio con mucho trabajo.

La historia a partir de aquí se desarrolla de forma sorpresiva e inesperada y a decir verdad, un poco «confusa», el autor peca de “complicado” al intentar culminar este relato de misterio/terror/fantástico con un toque especial.

Recomendable para una única lectura complicada y densa.

Comercial de Coca Cola (Versión completa)

Para pensar antes de tomar....

Recibí por mail este artículo, no sé quién es el autor, pero realmente da miedo, lo comparto:

En los primeros 10 minutos: 10 cucharaditas de azúcar entran en tu sistema digestivo (el 100% de la cantidad diaria recomendada) lo único que impide que vomites debido a tanto edulcorante es el uso del ácido fosfórico, que disimula el sabor permitiéndote digerirlo. A los 20 minutos: Tus niveles de azúcar se disparan, causando que aumente la insulina. Tu hígado responde transformando todo el azúcar que encuentra en grasa (y hay mucho azúcar en tu organismo en este preciso instante). A los 40 minutos: Se completa la absorción de cafeína. Tus pupilas se dilatan, tu presión sanguínea se eleva, y como respuesta tu higado introduce más azúcar en tu torrente sanguíneo. Los receptores de adenosina de tu cerebro se bloquean para evitar el adormecimiento. A los 45 minutos: Tu cuerpo aumenta la producción de dopamina, estimulando los centros de placer de tu cerebro. Básicamente, así es como actúa la Heroína. A los 60 minutos: * El ácido fosfórico bloquea el calcio, zinc y magnesio en tu intestino grueso, acelerando tu metabolismo. Además, las altas dosis de azúcar y edulcorantes artificiales aumentan la eliminación de calcio mediante la orina. * Las propiedades diuréticas de la cafeína hacen efecto (tienes que ir al servicio). Éste es el momento en que expulsas el calcio, magnesio y zinc que debería ir dirigido a tus huesos, así como también sodio, electrolitos y agua. * Mientras termina la fiesta dentro de tu organismo, termina el chute de edulcorantes y empiezas a notar la falta de azúcar, con lo que te pones irritable o depresivo. Ahora mismo has, literalmente, meado toda el agua que contenía la bebida, pero no sin antes acompañar la expulsión de valiosos nutrientes que tu cuerpo podría haber empleado para cosas como hidratarte o construir huesos y dientes más fuertes.

PREMIO ARTE Y PICO

PREMIO ARTE Y PICO
Otorgado por IRLANDA

Breves 2008 - 3

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HAIKU 122 - HUECO TU NOMBRE

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He dicho con afán tanta locura, con ferviente vanidad y poca altura, he dicho y hecho cuanto pude en pos de un corazón que no se cura del venenoso amor de otra que en vez de amarlo lo tortura…
Y he sido tonta, lo confieso, por haber bajado el rostro hacia mi pecho, resignándome a verlo desde lejos como un imposible sueño de amor, inquieto, que enlaza pensamientos bien secretos en apasionado rosario de deseos…
No veo, Amor, tus manos en la luna para bajarla del cielo y dársela a tu amada; tampoco veo en sus cabellos una tiara de estrellas y diamantes, ni rubíes en sus dedos entonces grito a toda vos que yo, Pecadora, Te Quiero.
He hecho con empeño un sueño porque regalártelo yo quiero, con un lazo enorme de libertad infinita aunque me carcoman los celos… Acaso, Amor Mío, ¿me has escuchado alguna vez decirte que te quiero?
He dicho tanta insensatez, tanta locura, que si la muerte llegara hoy a mi puerta le diría al Diablo que espera en el Infierno: «Deja que ésta vaya al cielo pues en su lecho ha purgado sus anhelos»
¿¡Y a dónde iré, Mi Amor, si ni el Diablo me quiere en su morada, si la muerte me mira con desprecio y lástima y los Ángeles en el cielo ya no cantan!?
¡Te Quiero! ¿Te lo he dicho?…Y de qué me sirve quererte si por quererte yo me muero y este amor me condena eternamente a verte sorber de aquel veneno que la moza que duerme en tu cama, ésa que dice ser tu amada, coloca silenciosamente bajo tu almohada…
He sido tonta y loca y muchas cosas y volvería a serlo y a hacerlas todas para tener de ti tan sólo una mirada en la distancia. No cierres los ojos antes que los míos que quiero partir primero mirándote y queriéndote ¡no te atrevas a irte sin mí, te lo prohíbo! Porque sabes, Mi Amor, que una vida sin ti sería peor que caer en el olvido.

Te quiero aunque no te importe y no me veas…
¡te quiero!