Cayendo del cielo vio la luz del otro lado pero nadie la esperaba. No había ángeles ni amigos, ni familiares, ni siquiera su eterna noche la esperaba.
Sin embargo la luz brillaba y al tocar el piso ya había cruzado el puente de rosas,
y aunque esperaba ser recibida y se encontraba sola no se desiulusionó,
y siguió caminando, disfrutando de la calidez de la luz.
Un bosque de manzanos florecia en el camino y el aroma de las flores
despertó los recuerdos de una infancia feliz.
Alguna vez pensó que este paisaje no existía y observó
abriendo los ojos de su alma.
© VERONICA CURUTCHET
2003
Paseo Mágico, poesía, poema, literatura, manzano, flor, rosas