Hay flores en mi jardín,
ven y míralas,
cada una creció de mí,
partió como un bólido
de lo profundo de mi misma.
Todas son hermosas y,
aunque algunas son grises
casi todas tienen un arcoiris
en cada pétalo y en cada hoja.
Las penas también florecen,
como las alegrías y el amor,
no hay nada malo en ellas
solo nacieron del dolor.
Mira mi jardín,
porque mi vida entera
ha florecido en su tierra.
Aquí no hay secretos
y si miras bien,
encontrarás que la flor más bella
lleva tu nombre en la piel.
© Verónica Curutchet