
Conozco una mujer llena de luz de mar y colores brillantes en su aura. Es tan bella y no me refiero a su belleza exterior. Creo que tiene unos 50 años, quizás más, quizás menos, cómo saberlo? Es que dicen que los ángeles no tienen edad.
Me acerqué a ella, como muchos, buscando su luz y a su lado me sentí una polilla. Feliz de estar cerca de esa tibieza que desprende y del amor que es capaz de hacer florecer hasta en los momentos más difíciles.
Muchas otras polillas como yo se le acercaron y a todas cobijó en su luz sin siquiera quemarnos, porque ella no quiere quemar a sus polillas, quiere mantenerlas vivas, cercanas y amorosas para que en algún momento dejen sus alitas en el piso y comiencen a brillar como ella misma.
Lola nos ama, ama a todas sus pequeñas y grandes polillas con el mismo amor que una madre tiene por sus hijos. Ella es la luz, es el faro en medio de la oscuridad del mar y del cielo… Nos ve revolotear cerca de ella, crecer, llorar, sufrir y dejar nuestra pequeña posición de polillitas para ser hermosas luces a su lado, ya sin alas, como estrellas.
Lola… Lola siempre vivirá rodeada de polillas porque ella es luz, amor, esperanza y alegría.
A una amiga muy especial, desde el otro lado de tu mar……
(Ahora, desde el otro lado del Más Allá)
Siempre Verónica
©VERONICA CURUTCHET