No era una meditación, simplemente fue un estado de pre-sueño que me llevó por lugares luminosos y sombríos.
Admito que en algún momento alguna que otra lágrima tocó mi almohada pero aún así y pese a todo, mis ojos se negaban a cerrarse completamente y así fue que los pensamientos iban llegando y pasando como en una calesita...
Llegó de forma inevitable el pensamiento del «dolor», el dolor físico que me provoca la FM (Fibromialgia), y la pregunta del millón: ¿cuánto dolor es capaz de soportar un cuerpo humano? ¿y el mío? ¿cuánto?
Desde que me diagnosticaron la enfermedad he tenido unas pocas épocas "soportables" o "buenas", donde el dolor no era tanto y yo soñaba con la próxima consulta al especialista y que me dijera: "Vamos a bajar la dosis de la medicación"... Eso, tristemente, no sucedió nunca y creo, que jamás sucederá.
LA FIBROMIALGIA LLEGÓ PARA QUEDARSE
(la primera gotita salada recorrió el territorio de mi mejilla derecha y tocó suavemente la almohada), y recordaba cómo y cuánto cambió mi vida desde este diagnóstico.
Sentía dolor y la medicación iba rumbeando hacia los brazos de Morfeo y pensé en mi hija, y en cuán diferente pensamos, vemos y afrontamos la vida. Y agradezco al universo que Mi Princesa sea fuerte tan fuerte como cualquier mujer querría ser. Y que estoy orgullosa de ella y también pensé en mi madre, y me preguntaba si estará orgullosa de mí, aunque sea un poquitín... En fin, también pasaron por mi calesita de pensamientos recuerdos lindos, de cuando tenía 4 y 5 años, con mi viejo (Q.E.P.D.) y luego inevitablemente todo el dolor de malos recuerdos que vinieron de la mano de los buenos.
(muchas gotitas saladas recorrieron el territorio de mis mejillas y tocaron la almohada)
Ya no recuerdo ningún otro pensamiento, tampoco los sueños, pero hoy puedo decir:
ME GUSTA VIVIR (pero estoy cansada...)