Un grito
se fue corriendo por el sendero,
mató mis sueños,
me desgarró,
corrió y se fue...
Huyó llevado por el diablo,
llegó con el susurro del amor,
huyó con el odio entre sus manos.
Se llevó mi corazón.
Nada hizo por salvarme,
lo hizo todo para aniquilarme,
me hundió en la desesperación,
me dejó estéril, me absorbió.
Desperté sola y vacía
en medio de un bosque mudo,
débil testigo del verdugo,
callado testigo del dolor.
No queda nada ahora...
un hueco en el recuerdo,
el agujero negro de un amor
que jamás existió.
© VERONICA CURUTCHET