Hay tanto vacío algunos días, tanto que de tanto es rutina insoportable. Sin sonidos, sin detalles, sin el calor del abrazo del amante. Y las sensaciones flotan, y allí se quedan: flotando, como botes a la deriva en un mar bravo. ¡ay, si yo pudiera cortar ese hilo invisible que las mantiene encadenadas a mi alma con grilletes de pesadumbre azul! (Sería feliz de olvidar algunas cosas…) Huellas tatuadas en sepia algunas, otras coloridas, alguien que se marchó dando un portazo y al final, un compendio de llantos de derrota. En la noche la centella parte el cielo tormentoso; el escalofrío de tu ausencia, como un rayo, parte el tronco de mi femineidad y al comienzo del amanecer mis ojos turbios te recuerdan llegando al epílogo de mi vida.
© Verónica Curutchet
© Verónica Curutchet