En el lóbrego mutismo de la noche
la gruta de los fantasmas me hechizó,
me abrió sus puertas herrumbradas y macizas
y al traspasar el umbral el orbe se eclipsó.
Movimientos fugaces cautivaron mi atención,
luces y sombras apenas pude distinguir
y en cuanto la oscuridad fue disipándose
semblantes conocidos acercáronse hasta mí.
la gruta de los fantasmas me hechizó,
me abrió sus puertas herrumbradas y macizas
y al traspasar el umbral el orbe se eclipsó.
Movimientos fugaces cautivaron mi atención,
luces y sombras apenas pude distinguir
y en cuanto la oscuridad fue disipándose
semblantes conocidos acercáronse hasta mí.
Personas que hace años habían sucumbido
y personas que con afán quise olvidar,
todas ellas me saludaban alegremente
rebosantes de entusiasmo y felicidad.
y personas que con afán quise olvidar,
todas ellas me saludaban alegremente
rebosantes de entusiasmo y felicidad.
Amigos y enemigos saludaban por igual
como si las viejas guerras no hubiesen existido,
como si las antiguas ofensas no se hubiesen dicho
como si recién nos hubiesen presentado.
Hablé animosamente toda la noche con fantasmas,
caminé entre ellos mientras la gruta me tragaba,
compartí las cenas que habían sido postergadas
y debatí nuevamente con mis oponentes sin rencor.
No hubo lágrimas, tampoco hubieron duelos.
No hubo injurias, ni desconsuelo ni resentimientos,
y el miedo aterrador que sentí al ver abrirse las puertas
esas puertas macizas y herrumbradas de la gruta
se transformó en paz, en bienestar y comprensión..
El día me tomó por asalto, desprevenida.
Entre fantasmas de colores vi brillar el sol,
me despedí de todos, primero de los muertos, y
con el perdón de los vivos regresé al mundo exterior
© VERÓNICA CURUTCHET
como si las viejas guerras no hubiesen existido,
como si las antiguas ofensas no se hubiesen dicho
como si recién nos hubiesen presentado.
Hablé animosamente toda la noche con fantasmas,
caminé entre ellos mientras la gruta me tragaba,
compartí las cenas que habían sido postergadas
y debatí nuevamente con mis oponentes sin rencor.
No hubo lágrimas, tampoco hubieron duelos.
No hubo injurias, ni desconsuelo ni resentimientos,
y el miedo aterrador que sentí al ver abrirse las puertas
esas puertas macizas y herrumbradas de la gruta
se transformó en paz, en bienestar y comprensión..
El día me tomó por asalto, desprevenida.
Entre fantasmas de colores vi brillar el sol,
me despedí de todos, primero de los muertos, y
con el perdón de los vivos regresé al mundo exterior
© VERÓNICA CURUTCHET
GUAUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!!!
ResponderBorrarbuenísimooooooooooooo!!!
te lo pido prestado (para el teatro)
besotes!
Un relato estupendo, Veronica, es un placer leerte.
ResponderBorrarAbrazos de mar.
Lola