Hoy, creo, me levanté melancólica, no sé, es uan sensación rara. Extraño a mi mamá.
Cuando desperté a las seis de la mañana, Pepa y Shimel me pidieron agua, estaba oscuro todavía, no había señales de sol o de luz alguna y las loquitas tenían sed: no había agua en sus bebederos.
Atentas no perdieron uno solo de mis movimientos y con felicidad, Pepa que tiene cola, la movía como con alegría y Shimel, que no tiene cola pues se la cortaron de pequeña, movía su "pandeiro" como le digo yo; me hace reír, parece que baila candombe pues mueve toda su parte trasera con alegría aunque sin cola.
Tomaron agua, los perezosos, Amon y Tito, se estiraron cual elástico (qué maravilla sería poder hacer eso, mis vértebras se acomodarían) y recibieron su bebedero con agua limpia y fresca y se zambulleron por un buen rato y luego, los cuatro, vinieron a mi lado pues los esperaba con su toalla en la mano, a secarse sus "barbas" y yo, como buena "mami-perruna" les sequé con todo mi cariño a cada uno su barba mojada. Y en ese momento comencé, por alguna razón extraña, a recordar a mi mamá y me sentí con ganas de llorar como una niña, y me vino a la cabeza un poema de Rubén Darío que ella me recitaba desde el primero hasta el último verso cuando yo, pequeña, estaba triste o melancólica:
Cuando desperté a las seis de la mañana, Pepa y Shimel me pidieron agua, estaba oscuro todavía, no había señales de sol o de luz alguna y las loquitas tenían sed: no había agua en sus bebederos.
Atentas no perdieron uno solo de mis movimientos y con felicidad, Pepa que tiene cola, la movía como con alegría y Shimel, que no tiene cola pues se la cortaron de pequeña, movía su "pandeiro" como le digo yo; me hace reír, parece que baila candombe pues mueve toda su parte trasera con alegría aunque sin cola.
Tomaron agua, los perezosos, Amon y Tito, se estiraron cual elástico (qué maravilla sería poder hacer eso, mis vértebras se acomodarían) y recibieron su bebedero con agua limpia y fresca y se zambulleron por un buen rato y luego, los cuatro, vinieron a mi lado pues los esperaba con su toalla en la mano, a secarse sus "barbas" y yo, como buena "mami-perruna" les sequé con todo mi cariño a cada uno su barba mojada. Y en ese momento comencé, por alguna razón extraña, a recordar a mi mamá y me sentí con ganas de llorar como una niña, y me vino a la cabeza un poema de Rubén Darío que ella me recitaba desde el primero hasta el último verso cuando yo, pequeña, estaba triste o melancólica:
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!
De grande supe que el poema se llamaba: SONATINA, y sigue siendo uno de mis preferidos.
Te Extraño Mami
Animo, las madres siempre están, y siempre nos cuidan, aunque sea desde el recuerdo.
ResponderBorrarQue nunca dejamos de ser hijas!!!!!!!!!!
SERHUMANA
ResponderBorrar, gracias!
quisiera ir a visitarla, pero yas e sabe cómo están las cosas en argentina y en el mundo, asi que solo me queda comunicarme por teléfono. Qué le voya hacer.
Pero siempre la tengo presente, y ella a mí.
besotes!
sé que algun dia tendre que asumirlo...pero hoy por hoy no me imagino la vida sin mi madre....
ResponderBorrarno...no puedo siquiera imaginarla...es demasiado importante...
esta demasiado presente en mi vida....
hazle saber cuanto la quieres cada vez que tengas oportunidad......
un beso cielo...me has emocionado....
Has escrito un post muy bonito, entrañable diría. No estés triste Verónica, estas cosas nos pasan a todos con la gente que se nos va...Un abrazo.
ResponderBorrarCuántos recuerdos me traen esos preciosos versos de Rubén... Ánimo, linda. Un beso,
ResponderBorrarV.
Que entrada mas bella Vero...espero que pronto puedan reencontrarse y darse un dulce abrazo...yo voy a ver a mi mami y la llamo a todas horas...con esta entrada me has hecho ver lo importante que son para nosotr@s estos seres que nos protegen y nos quieren tanto...un abrazo y animo amiga que seguro te lleva en su corazón.
ResponderBorrarqué bonito lo que has dejado hoy en el blog. Es precioso ese poema, siempre me gustó.
ResponderBorrarFire, yo tampoco me puedo imaginar la vida sin mi madre, pero aunque sabemos que en algún momento ellas faltarán, se nos hace difícil imaginar la vida sin su compañía.
ResponderBorrarLa llamo cuanto puedo, cuando puedo y cuando quiero, o sea, bastante a menudo por suerte, pero para mí, aunque está a tres horas, cruzando el río de la plata, para mi está lejos.
en fin, cosas de la edad deben ser...
besotes!
Moderato Josef,
ResponderBorrargracias, por suerte mi mamá está viva pero la tengo lejos, en fin, cosas de las idas y venidas de la vida.
Un abrazo!
Gracias querido Poeta, tu siempre cerca para dar calidez.
ResponderBorrarBesos!
Arwen:
ResponderBorrargracias, me agrada que te gusten las entradas, en especial esta, que,
valga la redundancia, es especial para mí.
En la foto aparece mi mamá con su bisnieta, Milagros.
Un abrazo enorme para vos!
Gracias Pilar, como te podrás imaginas es uno de mis poemas favoritos.
ResponderBorrarBesos!
Bello recuerdo Vero, no es lo más importante que no esteis cerca, lo importante es que la comunicación sea buena.
ResponderBorrarYo tampoco veo a mis padres tanto como quisiera, pero solamente con hablar a diario con ellos hace que me sienta bien.
Bello poema, ya sabes recordar es volver a vivir, mil besos.
Pues si, CHECHE, los recuerdos viven en uno y uno vive en los recuerdos.
ResponderBorrarYa, Dios mediante, en el mes de amrzo o abril mi madre vendrá a visitarme.
besazos!
Son imborrables los recuerdos de mamá. Abrazos.
ResponderBorrarEs una hermosura ese poema...me encanta Rubén Darío. Es bello cuando los poemas logran producirnos esas sensaciones, cuando los podemos asociar con sucesos, vivencias y nos transportan hasta allí.
ResponderBorrarPreciosa la foto y muy bueno tu blog, saludos cariñosos desde Chile!