Era sólido, tan sólido que el agua resbalaba sobre él, sobre su cabello, su cara y sus hombros. Me miraba fijamente con ojos grandes y vivos.
-Vete, Goblin -dije, que era lo que decía siempre que él me interrumpía en el baño o en la ducha.
Pero él no hizo ademán alguno de retirarse, y al mirarlo a los ojos comprendí que estaba obstinado en mantener su postura y que el agua lo estaba volviendo tremendamente fuerte. También caí en la cuenta de que nunca había visto resbalar el agua sobre él de aquel modo; en otras ocasiones, el agua había pasado a través de él. En cambio ahora poesía volumen, poesía un nuevo poder.
Súbitamente me invadió el miedo. Fue como en aquel instante en la iglesia, en el funeral de Lynelle, cuando se arrodilló tan cerca de mí después de la comunión.
Su pene estaba erecto. El mío también.
ANNE RICE
CRONICAS VAMPIRICAS, El Santuario
jajajaja!!! "el mío también...!!" ¡¡Dios mío no puedo parar de reír!!
ResponderBorrarjajaja, me alegra que rías, eso es bueno!
ResponderBorrarbesos! jaja