VIA | JAVIER AKERMAN
Pequeñas acciones generan grandes cambios. No te niegues a hacer algo porque ves que “el objetivo es demasiado elevado”. Recuerda: Antes de escalar el Everest comienza con la montaña más baja que haya cerca de ti y disfruta sin prisa del ascenso.
Lo “duro” se ablanda con agua, calor, sudor y con mucha paciencia. No abandones porque no veas resultados inmediatos; tu tiempo interno no es el tiempo real. Modelamos y damos forma al tiempo con la impaciencia.
Hay grandeza en cada pequeño acto, solo hay que “mirar de otra forma”, saber esperar sin interferir. No levantes la tapa de la olla a cada instante porque retrasarás la cocción de la sopa. Espera. Respira. Observa. En la tradición tibetana hay un aforismo: “Caballo ciego, jinete lisiado”. Es decir, el caballo ciego (pensamientos y emociones) y el jinete (mente) corren a través los estados emocionales negativos, sin control. Eso solo puede desembocar en un accidente lesionando al jinete.
Hay un escrito de la tradición Dzogchen muy explícito: "Soy tan simple, que no puedes entenderme; estoy tan cerca de ti, que no puedes verme". Como bien manifiesta el maestro Wangyal Rimpoché: “Cuando miramos hacia la lejanía, perdemos conciencia de lo que está cerca. Cuando vemos al futuro, perdemos el presente”.
Vive con absoluta presencia cada instante. Mira más allá de lo que ves.
Comienza por los pequeños actos de cada día, centrando tu atención en ellos, por muy “pequeños” que sean. Así creas "espacio" en tu mente, quietud en tu cuerpo y silencio en el habla: Las tres puertas hacia la calma y el gozo.
Feliz semana a todos e infinitas bendiciones.
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