Hoy, hace un rato... tuve ganas de cerrar los ojos y no volver a abrirlos más.
Intenté dormir un rato luego de almorzar y pude dormir un momento, el dolor atenazaba mi espalda y mi abdomen, también sentí las articulaciones de las manos agarrotadas y decidí tomar una ducha bien caliente.
Y me puse a llorar. Porque no podía lavarme la cabeza por el dolor tan grande que sentía en las manos, y no podía bañarme, igual lo intenté y lo logré, pero lloré, y lloré mucho, de dolor, de angustia y de las ganas de decir BASTA a toda esta mierda del dolor y sus brotes.
Llamé a mi padre..., Quería irme con él. Lloré, recé, y le pedí que me cerrara los ojos para siempre, pero ni mi padre ni Dios llegaron en mi auxilio...
Y llegó mi madre a preguntarme qué me pasaba. La respuesta fue sencilla: ME DUELE!
Salió angustiada del baño, y yo seguí llorando aferrada al toallero con la fuerza que me quedaba y al rato entró mi hermana. Yo estaba hecha un arrolladito en mi misma en el suelo de la ducha y me alivió de una forma en que solamente los «ángeles» saben y pueden.
Tengo la cara un poco marchita, el cuerpo agotado y transido de dolor, y el corazón angustiado porque no estoy segura de tener valor para seguir.
Y tengo miedo...
Vero, entiendo tu sufrimiento... sólo eso puedo compartir contigo en estos momentos...como enfermera y como paciente...sólo lo que tenemos diferentes tipos de dolencias autoinmunes sabemos, Beso.
ResponderBorrarSe fuerte,el dolor no puede ser para siempre.
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