«La gran veneración que sentían
por las órdenes de la superiora hizo que éstas se realizasen con la más precisa
exactitud. No es difícil que comprendáis lo que cada una de estas criaturas,
siendo tan libertinas, exigió de mí. Como llegaban siguiendo el orden de edad,
Elisabeth pasó la primera. La bonita bribona me examinó por todas partes, y,
después de cubrirme de besos, se entrelazó entre mis muslos, se frotó contra
mí, y ambas nos extasiamos. Flavie fue la siguiente; hizo más tanteos. Después
de mil deliciosos preliminares, nos tendimos en sentido inverso, y; con
nuestras lenguas cosquilleantes, hicimos brotar torrentes de flujo.
Sainte-Elme se acerca, se tiende sobre la cama, hace que me siente sobre su
cara, y, mientras que su nariz excita el agujero de mi culo, su lengua se sumerge,
en mi coño. Doblada encima de ella, puedo acariciarla de la misma manera; lo hago:
mis dedos excitan su culo, y cinco eyaculaciones seguidas me prueban que la
necesidad de la que hablaba no era ilusoria. La correspondí por completo;
nunca hasta entonces había sido yo tan voluptuosamente chupada. Volmar sólo
desea mis nalgas, las devora a besos, y, preparando la vía estrecha con su
lengua de rosa, la libertina se pega a mí, me hunde su clítoris en el culo,
entra y sale durante mucho tiempo, da la vuelta a mi cabeza, besa mi boca con
ardor, chupetea mi lengua y me excita dándome por el culo. La maldita no se detiene
aquí: con un consolador que me ató a la cintura, se presenta a mis embestidas,
y, dirigiéndolas hacia el trasero, la zorra es sodomizada; mientras la excitaba
pensaba que iba a morir de placer.»
EROTICAMENTE
Marqués de Sade
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