El fin de la tarde se acerca a pasos grandes. Las horas tranquilas y solitarias que preceden el atardecer que cada día llega acumulando sensaciones. Un día que comienza a terminar entre colores brillantes. El cielo que cambia, la luz que se transforma...
El sol, inmenso, majestuoso, rey del cielo, comienza a descender en el horizonte lejano y los sentimientos resurgen en su esplendor, se hacen intensos, más profundos; la vida que sigue interminable, y espera el momento de solaz, cuando el sol decide irse para dar paso a su amada luna.
Atardecer en un lugar en calma, el alma que se eleva y recorre las distancias para atrapar al sol y su calor. Para conservar la imagen del cielo entre dorados y violetas, y guardar en el recuerdo los rayos que se distinguen en el morir del día.
Un día más. Un nuevo atardecer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Hola, tu mensaje es más que bienvenido, no te vayas sin comentar. Si no querés dejar tu nombre podés hacerlo de forma anónima.
Gracias por visitarme! Volvé pronto!