Hace más o menos un año atrás mi cuerpo dijo basta y delante de mi hija, mi madre y mi esposo casi estiro la pata. Fueron minutos desesperantes donde pensé que moría ante la mirada de impotencia y horror de mi hija.
Mil cosas pasaron por mi cabeza mientras mi madre me abrazaba intentando que el aire pasara y llegara a mis pulmones y que mi corazón no dejara de latir mientras yo me encontraba en un brete descomunal porque no había aire que me alcanzara ni tenía suficiente valor para soportar el dolor que padecía mi cuerpo. No quería morirme pero a la vez deseaba hacerlo.
Más tarde llegó la ambulancia de alta complejidad, y yo quedé en la cama, viva y aterrorizada por lo que pudo haber sido una película titulada: "morir sin poder decir una palabra delante de los ojos de tu familia"
Ese día, el 5 de abril de 2010 comenzó mi lucha con la firme decisión de hacer todo cuanto estuviera en mis manos para VIVIR tanto tiempo como pudiera. Pensé y sentí con todas mis fuerzas:
¡QUIERO VIVIR!
