Esta carta se la dejó Rynosuke Akutagawa a un amigo antes de suicidarse, a los 35 años de edad.
Probablemente nadie que intente el suicidio, como Reigner muestra en uno de sus cuentos, tiene clara conciencia de todos sus motivos. Los cuales generalmente son muy complejos. Por lo menos en mi caso está impulsado por una vaga sensación de ansiedad, una vaga sensación de ansiedad sobre mi propio futuro.
Aproximadamente en los últimos dos años, he pensado solo en la muerte, y con especial interés he leído un relato que trata sobre este proceso. Mientras el autor se refiere a esto en términos abstractos, yo seré lo mas concreto que pueda, incluso hasta el punto de sonar inhumano. En este punto yo estoy moralmente obligado a ser honesto. En cuanto al vago sentido de ansiedad respecto de mi futuro, creo que lo he analizado por completo en mi relato, "La vida de un loco", excepto por el factor social, llamémoslo la sombra del feudalismo, proyectada sobre mi vida. Esto lo omití a propósito, al no tener la certeza de poder clarificar realmente el contexto social en el cual viví.
Una vez tomada la decisión de suicidarme (yo no lo veo en la forma en que lo ven los occidentales, es decir como un pecado) me resolví por la forma menos dolorosa de llevarlo a cabo. Excluí, por razones prácticas y estéticas, la posibilidad de ahorcarme, dispararme un tiro, saltar al vacío u otras formas de suicidio. El uso de drogas me pareció el camino más satisfactorio. Y por el lugar, tendría que ser mi propia casa, cualquiera sean los inconvenientes para mi familia. Como una suerte de trampolín, al igual que Kleist y Racine, pensé en la compañía de una amante o un amigo, pero habiendo elevado la autoconfianza, decidí seguir adelante solo. Y la última cosa a considerar, fue asegurarme una perfecta ejecución, sin el conocimiento de mi familia. Después de unos meses de preparación me convencí de la posibilidad de realizarlo.
Nosotros los humanos, siendo animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte, la así llamada vitalidad no es otra cosa que fuerza animal. Yo mismo soy uno de esos animales humanos. Mi sistema parece gradualmente haberse liberado de esa fuerza animal, teniendo en cuenta el poco interés que me queda por el alimento y las mujeres. El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. La muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza más hermosa que nunca, paradójico como suene. Yo he visto, amado, entendido más que otros, en ésto tengo cierto grado de satisfacción, a pesar de todo el dolor que hasta aquí he soportado.
P.S: Leyendo la vida de Empédocles, me dí cuenta de cuán antiguo es el deseo de uno de convertirse en Dios. Esta carta, en cuanto a mi concierne, no intenta esto. Por el contrario, yo me considero uno de los hombres más comunes. Vos debés recordar esos días, veinte años atrás, cuando discutimos "Empédocles sobre el Etna" bajo los árboles de tilo. En esos tiempos yo era uno de los que deseaba convertirse en Dios.
Probablemente nadie que intente el suicidio, como Reigner muestra en uno de sus cuentos, tiene clara conciencia de todos sus motivos. Los cuales generalmente son muy complejos. Por lo menos en mi caso está impulsado por una vaga sensación de ansiedad, una vaga sensación de ansiedad sobre mi propio futuro.
Aproximadamente en los últimos dos años, he pensado solo en la muerte, y con especial interés he leído un relato que trata sobre este proceso. Mientras el autor se refiere a esto en términos abstractos, yo seré lo mas concreto que pueda, incluso hasta el punto de sonar inhumano. En este punto yo estoy moralmente obligado a ser honesto. En cuanto al vago sentido de ansiedad respecto de mi futuro, creo que lo he analizado por completo en mi relato, "La vida de un loco", excepto por el factor social, llamémoslo la sombra del feudalismo, proyectada sobre mi vida. Esto lo omití a propósito, al no tener la certeza de poder clarificar realmente el contexto social en el cual viví.
Una vez tomada la decisión de suicidarme (yo no lo veo en la forma en que lo ven los occidentales, es decir como un pecado) me resolví por la forma menos dolorosa de llevarlo a cabo. Excluí, por razones prácticas y estéticas, la posibilidad de ahorcarme, dispararme un tiro, saltar al vacío u otras formas de suicidio. El uso de drogas me pareció el camino más satisfactorio. Y por el lugar, tendría que ser mi propia casa, cualquiera sean los inconvenientes para mi familia. Como una suerte de trampolín, al igual que Kleist y Racine, pensé en la compañía de una amante o un amigo, pero habiendo elevado la autoconfianza, decidí seguir adelante solo. Y la última cosa a considerar, fue asegurarme una perfecta ejecución, sin el conocimiento de mi familia. Después de unos meses de preparación me convencí de la posibilidad de realizarlo.
Nosotros los humanos, siendo animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte, la así llamada vitalidad no es otra cosa que fuerza animal. Yo mismo soy uno de esos animales humanos. Mi sistema parece gradualmente haberse liberado de esa fuerza animal, teniendo en cuenta el poco interés que me queda por el alimento y las mujeres. El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. La muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza más hermosa que nunca, paradójico como suene. Yo he visto, amado, entendido más que otros, en ésto tengo cierto grado de satisfacción, a pesar de todo el dolor que hasta aquí he soportado.
P.S: Leyendo la vida de Empédocles, me dí cuenta de cuán antiguo es el deseo de uno de convertirse en Dios. Esta carta, en cuanto a mi concierne, no intenta esto. Por el contrario, yo me considero uno de los hombres más comunes. Vos debés recordar esos días, veinte años atrás, cuando discutimos "Empédocles sobre el Etna" bajo los árboles de tilo. En esos tiempos yo era uno de los que deseaba convertirse en Dios.
Que dramática esta carta.
ResponderBorrarDeseo hacer unos comentarios al respecto: Creo que el vació en el alma del ser humano, esa falta de la porción suficiente que es Dios, es lo que puede llevar a una creación del Dios viviente al suicidio.
Después solo el ser humano siente la cercanía de la muerte, y somos seres humanos, jamás podemos considerarnos animales humanos, es una contradicción.
Los animales cuando van a morir se arrinconar por instinto no porque sienten la cercanía de la muerte.
El libre albedrío que Dios nos dio, es usado en el suicidio, en el corazón de Dios, jamás El va a desear que un hijo de Dios (ya que todos no son hijos de Dios, aunque todos somos creación de un mismo Dios), no va a desear que un ser humano llegue al extremo de quitarse la vida.
Solo Dios tiene el poder de decir cuando llega el fin de la vida de los seres humanos, y eso se puede leer en el Libro de Job.
La desesperanza es algo que el ser humano no puede soportar, creo que lo peor que puede tener un ser humano, es NO tener a alguien que no ore por él.
Al final para mi el suicidio no proviene del corazón de Dios, el suicidio, las depresiones, desilusiones, y todo eso, como dice una amiga mía, proviene de la misma boca del infierno, y eso es una apreciación mía, con lo cual no digo que los demás deben pensar que es así.
Saludos
20 de enero de 2008 10:37
Las cartas son tan personales, que nadie tenemos el derecho a juzgarlas...
ResponderBorrarBsss. Nos vemos.
20 de enero de 2008 15:46
Cada uno es dueño de su vida y por lo tanto de su muerte.
ResponderBorrar21 de enero de 2008 9:49
Fíjate que he leído con detenimiento esta carta (Gracias por facilitarla)...,"la belleza de ese encuentro con la muerte me ha inspirado a seguir con mas ahincó en la búsqueda de ese interruptor de luz". Lo importante,es tener la herramienta para lograr la luz sin perder la vida...,para esto hay que desprenderse del ego.
ResponderBorrarte invito a leer Enigmas http://lainvolucionenvenezuela.blogspot.com/2008/01/enigmas.html y el Comienzohttp://lainvolucionenvenezuela.blogspot.com/2008/01/el-cambio-de-ao-y-la-cabala.html comienzo de año
21 de enero de 2008 18:35
Decía Albert Camus que solo hay un problema filosófico serio, el del suicidio. Juzgar si vale la pena o no vivir la vida, equivale a contestar la pregunta fundamental de la filosofía. Abrazos.
ResponderBorrar22 de enero de 2008 2:20
Tal cual dice Mónica, cada uno es dueño de su vida y si se puede, de elegir la forma y el momento de su propia muerte.
ResponderBorrar22 de enero de 2008 3:08
Juzgar si vale o no la pena vivir la vida lo decide cada uno y será cada uno quien responda ese pregunta/ problema filosófica fundamental, como dices Fer.
ResponderBorrar¿Quién puede juzgar que es malo, bueno, reprochable o no, el suicidio?
Yo creo que hay que tener mucho huevo para quitarse la vida.
En fin, opiniones.
beso y gracias por pasar!
Verónica Curutchet...
♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥
22 de enero de 2008 3:10
quizá sea cuestión más biee de darte cuenta de que eres dios, más que de convertirte en dios, dicho sea esto sin que suponga soberbia, sino más bien humildad, ¿cómo explicarte?
ResponderBorrar:)
amor
22 de enero de 2008 7:50
ohh, muy buen post...
ResponderBorrarlos orientales tiene otra forma de ver a la muerte - y al suicidio - que muchas veces considero sabia.
23 de enero de 2008 20:10
Sakkarah dijo...
23 de enero de 2008 20:10
Me ha gustado mucho tu blog.
ResponderBorrarUn beso.
24 de enero de 2008 16:56
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Hola vero, vine de nuevo a visitarte y a sentir un poco de culpa, ya que hace tiempo no posteo aquí...
ResponderBorrarTe prometo luego de la vacaciones hacerlo.
Un besote grande, a mi querida amiga... que sos tú.
24 de enero de 2008 20:15
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AMOR,
ResponderBorrarasì, explicàndolo como lo has hecho.
un beso!
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JEN
Sip, una forma completamente distinta.
Justamente estoy en la lectura de un libro que habla sobre la vida y la muere.
Bàsicamente hay que ser consciente de la muerte para no desperdiciar la vida.
besos!
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SAKKARAH
gracias por pasar!
regresa cuando quieras!
25 de enero de 2008 2:14
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